Tanto esperar y al final lo de siempre, cerveza con una tapa de ensaladilla, llegar aún nervioso a todas las citas o hacer a última hora las maletas. ¿Por qué no cabe nunca todo ahí dentro? Parece que sea otro reflejo más de nosotros. Hay dos opciones o expulsar fuera algo u oprimirlo y llevarlo dentro con nosotros hasta que al abrir desatemos las correas que ahogan los cuellos. Perdemos ropa interior en batallas lejanas, calcetines por caminos que no conocíamos y las arrugas de las camisas nos dejan cicatrices en el pecho.
Así son los viajes y no las visitas; esas sólo son una bofetada de sorpresa o de espabilo, mientras los otros se hunden en la piel hasta el punto de que allí donde vamos algo nuestro se queda y cuando regresamos descubrimos en el espejo que no somos los mismos.
A veces, incluso, tanto tránsito nos deja inmersos en cierta esquizofrenia que no nos deja saber qué viaje es el de ida y cuál es el de vuelta.
"Hay dos opciones o expulsar fuera algo u oprimirlo y llevarlo dentro con nosotros hasta que al abrir desatemos las correas que ahogan los cuellos".
ResponderEliminarA cierta persona que ya sabes le encanta esta parte (si lees esto aprovecho para... un saludo, amor*).
¿Nuestro poema exquisito para cuando? Tú tienes la versión definitiva y redux.
*Perdona, no es ético saludar al Amor desde un blog ajeno.
Un saludo cercano, amigo.